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18 May · Arte&Sano · No comentarios

Por qué debemos disminuir el consumo de harinas refinadas

 

Tradicionalmente se han utilizado granos para producir harinas. Estos contienen una estructura en la cual se pueden diferenciar tres capas: 

 

  • El salvado, que posee la mayor cantidad de fibra. 
  • El germen, que es la principal fuente proteica y grasa 
  • El endospermo, que está compuesto en su mayoría por almidón, un carbohidrato complejo. 

 

Existe evidencia y datos que señalan que la humanidad hace uso de granos y cereales para la producción de harina desde hace más de ocho mil años, variando en cada continente o sociedad el grano o cereal utilizado para su producción. 

 

Se conoce además que en la antigüedad la harina era integral y rica en fibra y nutrientes, ya que se molía el grano entero con ayuda de piedras, sin retirar ninguna parte del mismo.  

 

Luego, la civilización romana construyó máquinas rudimentarias que ayudaban a aumentar considerablemente la producción de harina para satisfacer las necesidades de su población y un ejército de soldados creciente. 

 

Y desde entonces, la población mundial ha crecido exponencialmente, y con ella la necesidad de disponer de alimentos de una manera más fácil y rápida, para satisfacer los requerimientos nutricionales de las sociedades.     

 

Con esto nació la agricultura y la industria, las cuales han simplificado el proceso de molienda en el que se obtienen grandes cantidades de harina al menor costo y tiempo.  

 

Sin embargo, durante este proceso de molienda industrializado se retira al grano todo el salvado y gran parte del germen que contienen la mayor cantidad de nutrientes y fibra.  

 

Por esta razón, las harinas refinadas tienen un bajo contenido de fibra, vitaminas y minerales y alto en carbohidratos en comparación con las que son integrales, que conservan el grano entero. 

La fibra retrasa la liberación y absorción intestinal de los azúcares o carbohidratos presentes en las harinas, evitando que se eleven bruscamente los niveles de glucosa sanguínea posterior a la ingesta de alimentos. Por esta razón, las harinas refinadas, al contener menos cantidad de fibra, tienen un mayor índice glucémico, aumentando la glucemia de manera descontrolada. 

 

También este déficit de fibra produce una sensación de saciedad momentánea, por lo que probablemente al poco tiempo vas a necesitar ingerir nuevamente alimentos. Además, tienen una densidad calórica elevada, ya que con poco volumen, aportan grandes cantidades de calorías. 

 

Entonces, la gran cantidad de calorías que contienen las harinas refinadas no solo favorecen el sobrepeso y la obesidad, sino que además, aumentan la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares como la diabetes mellitus tipo 2 e hipertensión arterial o incluso cáncer.  

 

Por esta razón, las harinas integrales de grano entero han ido ganando cada vez más protagonismo, ya que podemos seguir disfrutando e incluyendo en nuestra dieta productos como pastas y panes pero que nos aportan la cantidad de fibra, vitaminas y minerales necesarios para mantenernos saludables. 

 

En el caso del pan, no solamente obtendremos un pan más dorado, sino con una mejor textura y sabor más intenso. Consumir panes hechos de harina integral también nos ayuda a prevenir o tratar el estreñimiento,y por supuesto, a controlar nuestro peso corporal y los niveles de glucosa y colesterol sanguíneos. 

 

Actualmente contamos con gran cantidad de preparaciones que le aportan variedad a nuestra alimentación, mientras nos mantenemos saludables. Ya no solo encontramos panes elaborados con harina de trigo integral, sino que además podemos consumir panes hechos a base de cereales como centeno, cebada, avena, maíz o arroz. También hay opciones como el pan de mijo y quinoa que cada día se hacen más conocidos por sus propiedades y beneficios. 

 

Como podemos notar, día a día han aumentado las posibilidades de escoger productos que no solo nos produzcan saciedad, sino que además nos nutran y nos ayuden a mantener una vida saludable.

 

 

 

Dra. Edith M. Peroza S.
Graduada en Cirujía por la Universidad de Carabobo, Venezuela.
Medicina General – Medicina ocupacional – Nutrición

 

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