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26 Ago · Arte&Sano · No comentarios

Lo que necesitas saber de la chía 

 

 

A la salvia hispánica se le conoce comúnmente como chía. Esta última es una adaptación española del término nahua chían o chien, en plural, que en náhuatl significa «semilla de la que se obtiene aceite» 

 

La chía es una planta herbácea, es decir, que no tiene tallos leñosos sobre el suelo. Pertenece a la familia de las lamináceas, de la cual forman parte también la albahaca, el tomillo y la menta. Esta planta se cultiva para utilizar sus semillas como fuente de alimentos.  Así mismo, es procedente de países de centroamérica como México, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.  

 

El uso de esta semilla y sus subproductos se remonta a 3.500 a.C. Diversas tribus indígenas como los Aztecas y los Mayas utilizaron esta semilla durante la época precolombina, con varios fines, desde la alimentación, elaboración de medicinas, bases oleaginosas para pinturas, ungüentos cosméticos y rituales religiosos.  

 

Sin embargo, tras la conquista del continente, algunos granos como la chía fueron sustituidos por cereales. Esto cambió los hábitos alimenticios de estas tribus, quienes comenzaron a consumir y cosechar granos europeos. Por esta razón se fue dejando en desuso a la chía, la cual quedó limitada a los cultivos de ciertas comunidades remotas. 

 

Actualmente, a pesar de ser una semilla milenaria, muchas personas desconocen sus propiedades. Estas características se encuentran en estudio y cada vez logran sorprender más a expertos en nutrición, quienes le otorgan el calificativo de “súper alimento”. 

 

La chía como alimento funcional 

 

La chía es considerada un alimento funcional, ya que no solamente aporta nutrientes a nuestra dieta, sino que contiene sustancias que benefician nuestra salud y podrían prevenir la aparición de ciertas enfermedades. 

 

Esta semilla está constituida por proteínas, ácidos grasos o lípidos, carbohidratos, fibra dietética, vitaminas y minerales. 

 

Las proteínas representan un 26.5% de su composición, las cuales contienen aminoácidos como el ácido glutámico, arginina, leucina, valina, serina, fenilalanina y muchos otros. Estos favorecen la formación y reparación de tejidos corporales e intervienen en la transmisión de información de las neuronas del sistema nervioso central. 

 

También son los responsables de la formación de componentes de la sangre, hormonas, material genético y anticuerpos, que son las células del sistema inmunitario que nos defienden frente a múltiples infecciones y enfermedades. 

 

Por su parte, los ácidos grasos que aporta la chía destacan por ser de alto valor biológico y esenciales, es decir, que no se producen en el cuerpo. Los principales ácidos grasos son los omega 3, derivados del ácido linolénico. Estos facilitan el transporte de proteínas a través de las membranas de las células, ya que las hace más flexibles. 

Además, protegen al hígado y previenen la aparición de diabetes, artritis reumatoide y cáncer. También retrasan el proceso de formación de placas de ateroma o grasa, en los vasos sanguíneos, con lo que se disminuye la incidencia de enfermedades cardiovasculares, incluyendo el infarto agudo de miocardio. 

 

Así mismo, contiene fibra dietética, como la celulosa y lignina, que es la parte de los alimentos de origen vegetal que no es absorbida ni digerida por el cuerpo, por lo que atraviesa casi intacta el estómago, el intestino delgado y el colon. Por esta razón, la fibra dietética de la semilla de chía retiene el colesterol y azúcares de los alimentos, reduciendo su absorción y por lo tanto, sus niveles sanguíneos. 

 

Al disminuir los niveles sanguíneos de colesterol y glucosa, se disminuye también el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y endocrinas en el futuro, como hipertensión arterial y diabetes. 

 

Es importante destacar además su alto contenido de antioxidantes como flavonoides, ácido clorogénico, ácido caféico, miricetina, quercetina, los cuales reducen la acción de radicales libres, por lo que previenen el daño y envejecimiento celular, disminuyen la inflamación en el síndrome metabólico y se ha demostrado un efecto terapéutico en enfermedades como el cáncer y cardiopatía isquémica. 

 

Usos de la semilla de chía 

 

Uno de los mayores beneficios que otorga el uso de la chía es que esta no necesariamente debe pasar por un proceso de molienda para ser consumida. Es posible agregarla entera a batidos, ensaladas, sopas, cereales, avena, yogurt, y casi cualquier receta de cocina.  

 

Gracias a su gran capacidad de absorber agua, si se deja reposar en esta última, se obtiene un mucílago, que es un gel o sustancia vegetal viscosa. Este mucílago sirve como emulsionante y espesante en preparaciones como mermeladas, jaleas, yogurt, mostaza y salsas.  

 

Es regularmente usado como enriquecedor en la industria alimentos, como fórmulas lácteas, productos para consumo animal, barras nutritivas, cereales, y muchos otros. En vista de tener una capa externa bastante dura, si se convierte en harina, sus nutrientes se pueden aprovechar más fácilmente. 

 

En la panadería, la semilla de chía aumenta significativamente el valor nutritivo del producto, sin alterar su calidad, obteniendo un pan que conserva su volumen y suavidad de la miga. Es común que en lugar de aceite en el proceso de panificación, se utilice el mucílago de la chía como alternativa, lo cual reduce el aporte calórico del pan. 

 

Por otra parte, este mucílago también tiene propiedades que aumentan la durabilidad del pan, y además puede ser consumido por diabéticos y personas que necesiten disminuir sus niveles de colesterol o su peso corporal. 

 

De manera que, ya sea consumiendo la semilla entera o como harina, en batidos, ensaladas o panes (como nuestro pan de Quinoa y Chía), la chía aumenta considerablemente el valor nutricional de nuestras comidas, teniendo un efecto positivo sobre muchas funciones de nuestro organismo. 

 

¿Todavía no conoces nuestro pan de quinoa y Chía ?  

 

 

 

Dra. Edith M. Peroza S.
Graduada en Cirujía por la Universidad de Carabobo, Venezuela.
Medicina General – Medicina ocupacional – Nutrición

 

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